En el café de los existencialistas Resumen del libro - En el café de los existencialistas Libro explicado en puntos clave

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resumen En el café de los existencialistas

Name: En el café de los existencialistas
Author: Sarah Bakewell

Sarah Bakewell

Sexo, café y cigarrillos o cuando filosofar era provocador

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En el café de los existencialistas
Resumen de 11 ideas clave

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Idea clave 1 de 11

¿Qué me aporta este título? Aprende cómo la filosofía puede formar parte de la vida.

La filosofía puede parecer un tema distante para la mayoría de nosotros. Quizás podamos imaginar una figura barbuda en una cueva en algún lugar, reflexionando sobre la naturaleza de la realidad. Sin embargo esto no parece tener mucho que ver con nuestra vida cotidiana. Pero eso es lo que hizo diferente al existencialismo. A partir de la década de 1930, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y otros comenzaron a desarrollar una filosofía que abrazaría la vida y plantearía preguntas sobre cómo y por qué vivimos de la manera en que lo hacemos. Su filosofía no solo los guiaría en sus propias vidas, sino que los sostendría en los días oscuros de la Segunda Guerra Mundial.

¿Estás listo para aprender a sobrevivir el caos? Pues Comencemos.

Un cóctel de albaricoque puso a Jean-Paul Sartre en el camino del existencialismo.

Para muchos de nosotros, el existencialismo es un término oscuro, que sugiere ideas sombrías sobre la futilidad de la vida. Pero el existencialismo comenzó con algo mucho más alegre: un cóctel de albaricoque.Hacia finales de 1932, Jean-Paul Sartre, su novia Simone de Beauvoir y su amigo Raymond Aron se sentaron en el bar Bec-de-Gaz de París, tomando cócteles y poniéndose al día. Los tres habían estudiado filosofía juntos en la École normale supérieure de París y se habían graduado inquietos e insatisfechos. El plan de estudios de la escuela estaba dominado por las mismas preguntas que los filósofos se habían estado planteando desde la época de Platón, como «¿Cómo puedo saber que las cosas son reales?» y «¿Cómo puedo estar seguro de que sé algo con certeza?». Era difícil ver el sentido de todo aquello, y los tres amigos estaban ávidos de un nuevo tipo de filosofía, algo que hablara de su insatisfacción con las viejas y rancias preguntas que les habían aburrido en la escuela.Pero, ¿qué otras formas de filosofar podría haber? Sartre y Beauvoir habían estado enseñando en las provincias francesas desde que se graduaron, y ninguno de los dos tenía nuevas ideas que aportar. Aron, sin embargo, pensó que había encontrado una respuesta. Mientras estudiaba en Berlín después de graduarse, se había encontrado con una filosofía nueva y diferente que se había originado en Alemania: la fenomenología. Lo que hacía que la fenomenología fuera tan emocionante era que dejaba de lado las viejas preguntas metafísicas como las que habían estudiado en la École normale supérieure para centrarse en la materia de la vida real y cotidiana. Con la fenomenología, dijo Aron, ¡incluso podía usar su cóctel de albaricoque para filosofar!Sus amigos se quedaron asombrados.Sartre se iluminó y fue directamente a una librería. Ansioso por saber más sobre fenomenología, pidió todos los libros sobre el tema que tenía la tienda. Por desgracia, solo había uno. Aunque Sartre se lo devoró, estaba desesperado por saber más; pronto hizo los preparativos para estudiar en Berlín durante un año, como había hecho Aron. Allí, Sartre creó algo completamente nuevo, mezclando los libros de fenomenología que había leído con las ideas de otros filósofos y su propio estilo literario y personalidad. Cuando regresó a París en 1934, estaba listo para fundar una nueva filosofía propia: el existencialismo.El año que Sartre pasó en Berlín había sido fructífero. Pero, irónicamente, otra ciudad de Alemania era en realidad el corazón de la fenomenología: Friburgo.

Friburgo fue el centro de una nueva filosofía: la fenomenología.

Friburgo de Brisgovia es una ciudad universitaria del suroeste de Alemania, bordeada por el río Rin y la Selva Negra. En las primeras décadas del siglo XX, se convirtió en el epicentro de la fenomenología. Los estudiantes acudían en masa a estudiar con el fundador de la disciplina, Edmund Husserl, que se convirtió en catedrático de filosofía de la universidad en 1916. Ya hemos mencionado la fenomenología. Pero, ¿qué es exactamente?Bueno, no es tanto una teoría, sino más bien un método para describir fenómenos. Los fenómenos pueden ser cualquier cosa, desde acontecimientos hasta sentimientos u objetos. Y describir, en este caso, significa decir todo lo que se pueda sobre los fenómenos que se encuentran a través de la experiencia de primera mano. Piensa en un cóctel de albaricoque. Los estilos más antiguos de filosofía podrían preguntarse si el cóctel existe realmente o si es simplemente una construcción de tu mente. No hay nada de malo en ello, pero mientras piensas en la existencia teórica del cóctel, es probable que sigas ahí sentado tomándolo. Así que, ¿por qué no dejar de preocuparte por su existencia y prestar atención a la deliciosa bebida que tienes en la mano? Para describirlo, probablemente podrías empezar con hechos como la forma en que lo preparó el camarero o dónde se cultivaron los albaricoques. O tal vez tengas recuerdos de otros cócteles, como cuando los bebías con tu madre cuando eras joven. Pero estos hechos y recuerdos no son más que nociones preconcebidas, no te ayudarán a hablar de este cóctel en concreto. Por eso necesitas llevar a cabo lo que Husserl llamó un epoché. Epoché es una antigua palabra griega que significa «suspensión del juicio», y Husserl la utilizó para referirse a dejar de lado las nociones preconcebidas para poder ver realmente los fenómenos que tienes delante con claridad. Esto te permite, como dijo Husserl, centrarte en ver «las cosas en sí mismas» con ojos nuevos. Pero, ¿por qué hacer esto? Bueno, por un lado, puede ser extraordinariamente esclarecedor mirar ciertas cosas de esta manera. Tomemos el dolor: si un paciente describe su dolor utilizando nociones preconcebidas sobre el dolor en general, no ayudará en absoluto a su médico. Pero una descripción precisa del dolor que realmente está experimentando puede conducir a un diagnóstico preciso.En lugar de diagnosticar enfermedades, los fenomenólogos intentaban comprender plenamente la vida. Y Husserl y sus devotos no se tomaron esto a la ligera. Se negaban a conformarse con información superficial; un fenomenólogo que describía una pieza musical no podía limitarse a decir que era «encantadora». En su lugar, se requería más especificidad: la música podía ser «lastimera» o «llena de gran dignidad», por ejemplo. Continuaron descartando descripciones débiles y superficiales y formulando otras mejores como esta hasta que sintieron que habían dado con lo que realmente eran los fenómenos.En 1918, se unió a ellos un joven que tendría un impacto mayor en la fenomenología: Martin Heidegger.

Martin Heidegger fue un gigante de la filosofía y un hombre profundamente imperfecto.

Muchos estudiantes acaban eclipsando a sus profesores, creando algo completamente nuevo a partir de lo que se les enseña. Este fue sin duda el caso del alumno más brillante de Husserl, Martin Heidegger, que revolucionó la filosofía con su libro Ser y tiempo de 1927. Como alumno de Husserl, Heidegger había aprendido a dejar de lado sus nociones preconcebidas para ver las cosas con más claridad. Al mirar una taza de café, podría haber dicho: «Es intenso y oscuro». Pero en Ser y tiempo, planteó una pregunta importante sobre ese tipo de afirmación: ¿qué significa exactamente «ser»?Heidegger creía que Husserl y otros habían cometido un gran error al pasar por alto la noción de ser. Los filósofos tendían a verse a sí mismos como observadores del mundo y hacían preguntas desde una perspectiva externa. Heidegger señaló que para hacer preguntas, ¡primero tenemos que existir! Por eso el ser debería ser el verdadero punto de partida de todas nuestras preguntas. Al pasar eso por alto, los filósofos habían estado poniendo el carro delante del caballo. Y Heidegger notó otro hábito filosófico común en ese momento: la tendencia de los filósofos a pensar en sí mismos como algo separado del mundo que describían, como si lo estuvieran mirando a través del ojo de una cerradura. Heidegger señaló que existimos en el mundo junto con las cosas que observamos. Es más, nos relacionamos con ellas de manera práctica. Para captar esto, acuñó el término Dasein a partir de las palabras alemanas «allí» y «ser». En lugar de «ser humano» o «él» o «ella», Heidegger utilizó «Dasein». Esta era su forma de obligar a sus lectores a recordar la idea de ser en todo momento. En 1929, los libros y conferencias de Heidegger lo habían hecho famoso. Pero a pesar de toda su inteligencia, Heidegger también tenía defectos.Un ejemplo de esto se produjo en 1933, cuando Heidegger aceptó el cargo de rector de la Universidad de Friburgo. Esto le obligó a afiliarse al partido nazi y a hacer cumplir leyes draconianas que exigían que cualquier persona identificada como judía fuera destituida de los cargos universitarios. Esto afectó a muchas personas que Heidegger conocía, incluido su mentor, Husserl, a quien le quitaron su condición de emérito y sus privilegios universitarios. Heidegger afirmó más tarde que había malinterpretado las intenciones de los nazis. Pero en 2014 se publicó un lote de sus cuadernos que contenían escritos antisemitas y de orientación nazi. Está claro que Heidegger no había sido miembro del partido nazi simplemente porque su puesto en la universidad lo exigía. Su afiliación al partido también significaría su caída, ya que amigos y colegas disgustados por sus decisiones lo abandonaron. Como Jean-Paul Sartre podría haber señalado, los pensamientos de Heidegger no eran el problema, eran sus acciones las que lo definían. Profundizaremos en esto en el próximo capítulo.

El existencialismo trata sobre la carga de la libertad y la responsabilidad.

Sartre fue novelista y filósofo, por lo que sus escritos sobre el existencialismo tenían un toque literario, especialmente las anécdotas que utilizaba para ilustrar sus ideas, que a menudo se inspiraban en la vida real. Esto tenía sentido, porque en el corazón del existencialismo está la noción de libertad en la vida de las personas reales.Al igual que la fenomenología se centra en desechar viejos prejuicios para observar las cosas en sí mismas, el existencialismo se centra en despojarnos de nuestros prejuicios sobre lo que nos define como seres humanos. Muchos factores, como la biología, la cultura y nuestra historia personal, influyen en quiénes somos, por supuesto, pero ninguna de esas cosas nos define necesariamente. En cambio, somos libres de definirnos a través de las elecciones que hacemos. Como dijo Sartre, «la existencia precede a la esencia». Una vez que empezamos a existir, empezamos a formar la esencia de lo que somos a través de nuestras acciones.Sartre resumió esta idea en una anécdota sobre la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial: un antiguo alumno suyo le pidió consejo. Quería huir de la ocupación y unirse a la lucha contra los nazis, pero hacerlo dejaría sola a su madre. ¿Qué debía hacer? Como la mayoría de nosotros, dijo Sartre, el estudiante creía que estaba atado por todo tipo de cosas: la moral, la psicología y su historia personal. Pero en realidad no son restricciones, sino que forman parte de la situación en la que se encontraba. La verdad era que no tenía restricciones: era completamente libre de hacer lo que quisiera.Esta libertad es una enorme responsabilidad. Si nada te ata o te dice lo que debes hacer, entonces nadie más que tú es responsable de lo que haces. Es más, lo que haces es importante: tus acciones tienen consecuencias. Puedes intentar evitar la responsabilidad, por supuesto, y fingir que algo más controla tus acciones. Pero con el tiempo, las cosas que haces se van sumando y creando quién eres. Eludir tus responsabilidades solo significa que acabarás siendo una persona falsa.Así que el consejo de Sartre al estudiante era simple: elige. Y al hacerlo, invéntate a ti mismo.Como veremos, nadie asumió más responsabilidades que Sartre y de Beauvoir, que buscaron encarnar su filosofía en todos los aspectos.

Para Sartre y de Beauvoir, el existencialismo era más que una filosofía: era una forma de vida.

Sartre y de Beauvoir se esforzaron por ejemplificar su filosofía e ideales en todos los aspectos de sus vidas. Esto comenzó con su relación. Se convirtieron en amantes cuando eran estudiantes y pronto fueron inseparables. El matrimonio podría haber sido el siguiente paso lógico para muchos, pero no para Sartre y de Beauvoir. Para ellos, el matrimonio significaba asumir roles de género limitantes, acumular propiedades y mentirse el uno al otro sobre sus infidelidades. Esto no les atraía y tampoco encajaba con sus ideas filosóficas sobre la libertad y la elección. Así que eligieron otra cosa. Una noche de 1929, en el Jardín de las Tullerías de París, los dos llegaron a un acuerdo. Acordarían un «contrato de dos años», lo que significaba que serían pareja durante dos años, aunque en una relación abierta. Después de dos años, si las cosas funcionaban, podrían continuar. Si no, podrían separarse o cambiar la relación de alguna manera. Al final, funcionó bien: los dos filósofos pasaron los siguientes 50 años juntos hasta la muerte de Sartre en 1980. Cada uno tuvo muchos otros amantes en ese tiempo, pero su relación siempre fue primordial para ambos. Eran compañeros de trabajo y de vida. En el fondo, tanto Sartre como de Beauvoir eran escritores. Pasaron sus vidas escribiendo juntos, en casa y en el extranjero, en escritorios y en cafés, escribiendo diarios, cartas, ensayos, artículos y libros. Eran los lectores y editores del otro, siempre animándose mutuamente a escribir más y a pensar más en sus ideas. Se animaban mutuamente a mantenerse fieles a sus ideales también de otras maneras. Debido a que el existencialismo era una filosofía de libertad, inspiró a personas que buscaban un cambio en el mundo. Los levantamientos estudiantiles y obreros que arrasaron París en 1968 se inspiraron en ideas existencialistas y para Sartre y de Beauvoir era natural que prestaran su apoyo en marchas, barricadas y piquetes. El activismo político fue una consecuencia de sus ideales filosóficos. Pero demos un paso atrás para ver cómo el compromiso de los escritores con sus ideales no disminuyó en tiempos difíciles, sino todo lo contrario. Se vio reforzado significativamente al principio por haber vivido la ocupación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

La guerra trastocó la vida de los existencialistas, pero no detuvo su trabajo.

A lo largo de 1939, la ansiedad fue en aumento: la guerra estaba en el horizonte. Tras la invasión alemana de Polonia en septiembre, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania y la vida de la gente común en toda Europa se vio trastornada.Para Sartre, esto significaba ir a la guerra. Debido a sus persistentes problemas de visión, fue destinado a una estación meteorológica en Alsacia en lugar de ir al frente, pero en 1940 fue hecho prisionero y enviado a un campo de prisioneros de guerra. En cautiverio, tomó notas y leyó Ser y tiempo de Heidegger. Fue una inspiración para él durante este momento difícil.De Beauvoir también buscaba consuelo en la filosofía. Permaneció en un París ocupado por los nazis, donde la comida y los suministros eran cada vez más escasos. La lectura de obras de Hegel y Kierkegaard la consoló e inspiró aspectos de su novela L'Invitée, conocida en inglés como She Came to Stay. Mientras tanto, la lectura y la escritura de Sartre empezaron a agravar sus problemas oculares. Cuando se le permitió salir del campo para visitar a un oftalmólogo, escapó simplemente saliendo y no regresó nunca. Volvió a París y se reunió con de Beauvoir. Las notas que había estado tomando pronto se convirtieron en su obra maestra de 1943, Ser y nada.En el libro, Sartre sostiene que, literalmente, no somos más que lo que decidimos ser a través de nuestras acciones. Pero esta cantidad de libertad puede marearte, como mirar por un precipicio. Miras por el borde y sientes vértigo, que se manifiesta en la ansiedad de que puedas saltar impulsivamente. La libertad de hacerlo es aterradora; solo atarte a ti mismo podría realmente quitarte la ansiedad y la libertad. Nos contenemos para escapar de la carga de la libertad en nuestras vidas de muchas maneras, sostiene Sartre. Los despertadores, por ejemplo, nos permiten obedecer a un ruido fuerte en lugar de enfrentarnos a la decisión de levantarnos o no por nuestra cuenta. Nos permite fingir que no somos libres, lo que nos facilita la vida.También fingimos de otras maneras. Piensa en un camarero parisino, que va de una mesa a otra con una bandeja llena en una mano. Se mueve con una gracia exagerada y antinatural; definitivamente no es así como se mueve en su vida privada. Sin embargo, se mueve así cuando trabaja, y Sartre dice que es porque actúa de mala fe. Esto significa que está interpretando el papel de camarero, fingiendo que es algo distinto al ser humano libre y falible que es. Aunque no hay nada de malo en ello, el truco está en asegurarnos de que nunca lo interpretamos tan bien como para engañarnos a nosotros mismos y pensar que no somos libres.

La Francia de la posguerra abrazó lo nuevo en forma de existencialismo.

Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, estaba claro que la vieja Europa había desaparecido. El futuro requeriría nuevas formas de pensar, y el existencialismo proporcionó precisamente eso.En 1945, el existencialismo se hizo muy popular. El 28 de octubre, Sartre dio una charla pública en París que estaba tan abarrotada que era un caos. Se rompieron sillas, la gente se desmayó por el calor y todo el evento fue una gran noticia. En poco tiempo, todo el mundo hablaba de Sartre y su filosofía.El epicentro de la escena existencialista era la zona de Saint-Germain-des-Prés de París. Sartre y de Beauvoir vivieron allí durante muchos años, pasando gran parte de su vida en cafés. Allí escribían todo el día y se reunían con amigos, artistas, escritores, estudiantes y amantes. Por la noche, frecuentaban clubes como el Lorientais o Le Tabou, donde bandas tocaban música americana en directo, como blues, jazz y ragtime. Era una escena contracultural, una que disfrutaba del peligro, la provocación y el rechazo de todo lo burgués. De Beauvoir tenía una historia favorita de esta época que resumía el ambiente. Un día, ella y su amigo Wols estaban sentados bebiendo en la terraza del bar cuando un hombre de aspecto adinerado se acercó a Wols. Wols era un artista sin un centavo y alcohólico, pero cuando el hombre de aspecto adinerado se fue, Wols se sintió avergonzado de admitir que el hombre había sido su hermano, que era banquero. Este tipo de cambio contracultural, la persona indigente avergonzada de ser vista con una adinerada, no parece tan extraño hoy en día. Pero en ese momento era nuevo y deleitaba a gente como de Beauvoir. La cultura existencialista se centraba en París, pero la mayoría de la gente estaba fascinada con todo lo americano. La música americana, por ejemplo, era muy popular y representaba desafío y esperanza. En el invierno de 1943, la cantante Juliette Gréco fue arrestada y retenida por la Gestapo. La soltaron pronto, pero tuvo que caminar 13 kilómetros a casa llevando solo un vestido ligero. En desafío, cantó la canción estadounidense «Over the Rainbow» tan fuerte como pudo mientras caminaba. El existencialismo era una filosofía y una escena, y fue por esa época cuando Sartre y de Beauvoir entablaron amistad con otra figura influyente, Albert Camus.

Albert Camus fue amigo y luego antagonista de Sartre y de Beauvoir.

En 1943, Sartre y de Beauvoir conocieron al escritor franco-argelino Albert Camus. Camus era guapo, cálido, divertido y emotivo. Sartre y de Beauvoir se llevaron bien con él de inmediato y los tres se hicieron buenos amigos. Camus no se describía a sí mismo como existencialista, pero su filosofía y sus novelas tenían muchos elementos existencialistas. Camus también añadió un poco de absurdo a las cosas. Tomemos como ejemplo su libro de 1942 El mito de Sísifo. En él, Camus examina de cerca una historia de la Odisea de Homero en la que un rey llamado Sísifo es condenado por los dioses a empujar una roca cuesta arriba cada día, solo para que se le escape cerca de la cima y vuelva a rodar hacia abajo cada vez.Camus escribió que, al igual que Sísifo, vivimos nuestra vida cotidiana sin pensar demasiado en ella. Pero de vez en cuando nos detenemos a preguntarnos por qué seguimos adelante, como debe hacer Sísifo al ver cómo su roca vuelve a rodar colina abajo. En esos momentos, nos enfrentamos a una elección: rendirnos o seguir adelante. Seguir adelante significa aceptar que lo que hacemos no tiene sentido. Esto no era deprimente, en opinión de Camus, era simplemente absurdo. Él piensa que Sísifo también debió haberlo sabido, y se lo imagina empujando su roca colina arriba con una sonrisa irónica en su rostro. Sartre y de Beauvoir no estaban de acuerdo. Sentían que lo que hacemos en la vida está lejos de ser insignificante y que el significado de la vida es diferente para cada uno. Llamar a la vida absurda no le hacía ningún bien a nadie. Otra gran diferencia entre Camus y sus amigos surgió tras la liberación de París de la ocupación alemana en 1945. Al poco tiempo, comenzaron los juicios contra aquellos que habían colaborado con los alemanes y algunos de ellos terminaron con condenas a muerte. Camus adoptó una postura firme en contra de esto, convencido de que siempre estaba mal que el Estado participara en ejecuciones, torturas y abusos. Sartre y de Beauvoir también discreparon en este punto. Si el Estado que cometía el daño ayudaba a honrar a los que habían sido asesinados por los nazis y aseguraba un borrón y cuenta nueva para el futuro, era un mal necesario. Pensaban que Camus era demasiado idealista.Esto fue una señal de que la guerra había cambiado su política y, con el tiempo, la amistad entre Camus, Sartre y de Beauvoir se fue tensando cada vez más hasta que se rompió a principios de la década de 1950.Sin embargo, antes de esto, Simone de Beauvoir utilizaría el existencialismo para explorar otro tema olvidado: la vida de las mujeres.

De todas las obras existencialistas, El segundo sexo es la que trata más directamente la experiencia vivida.

El existencialismo podría aplicarse a cualquier cosa en la vida y, a menudo, así era. Entonces, ¿seguramente quedaba poco terreno sin explorar después del auge existencialista de mediados de la década de 1940? No fue así. En 1949, la innovadora obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo examinó el estado del ser en lo que respecta a una categoría de personas ignorada: las mujeres. De Beauvoir analizó la experiencia de las mujeres en el mundo, algo que es muy diferente de la de los hombres. Esta diferencia comienza temprano en la vida, por lo que la gente suele atribuirla a algo inherente a la feminidad. Pero de Beauvoir dice que las ideas sobre lo que es «natural» son simplemente mitos. Y estos mitos deben dejarse de lado si queremos examinar lo que significa ser criado como mujer.Si nos fijamos en la infancia, por ejemplo, podemos ver que a los niños y a las niñas se les enseña a comportarse de manera diferente. A los niños se les anima a ser activos, mientras que a las niñas se les dice que se centren en su aspecto. En la edad adulta, esto se acumula: la mayoría de las experiencias de una mujer han tenido el efecto de reducir su capacidad de acción en el mundo que la rodea. También aprenden a asumir que el punto de vista masculino, o la «mirada», es la perspectiva normal en la mayoría de las situaciones, una idea que de Beauvoir desarrolló a partir de Hegel. Cuando una conciencia interactúa con otra, escribió Hegel, cada una tiende a asumir el papel de amo o esclavo. La conciencia del amo ve todo desde su punto de vista, pero el esclavo también trata de ver las cosas desde el punto de vista del amo: termina viéndose a sí mismo como él la ve a ella. De Beauvoir argumentó así que las mujeres son socializadas para verse a sí mismas a través de la mirada de los hombres. En lugar de mirar libremente el mundo que las rodea, como hacen los hombres, las mujeres son constantemente conscientes de sí mismas como las que están siendo miradas. Se convierten en un objeto en lugar de un sujeto, incluso a sus propios ojos.El segundo sexo es una de las grandes obras que examinan la cultura, pero nunca recibió la aclamación que merecía en su momento. Es difícil decir con certeza cuál fue la razón de esto, pero las primeras ediciones en inglés del libro recortaron o distorsionaron muchos de los principales argumentos de de Beauvoir e incluyeron fotos desenfocadas de mujeres desnudas en la portada. Esto impidió que la obra fuera tomada en serio.Las generaciones posteriores han llegado a reconocer la importancia de El segundo sexo como un texto feminista innovador. Más que cualquier otra obra, cumplió la promesa de la fenomenología y el existencialismo al atravesar el desorden para dar una descripción incisiva del más importante de los fenómenos: la experiencia de vivir.

Resumen final

La filosofía tiene una larga historia de establecerse como algo separado del mundo, en el que los pensadores persiguen preguntas profundas que no tienen una relación real con la vida tal como la viven las personas reales. Es más, la mayor parte se basa en ideas antiguas y nociones preconcebidas. El existencialismo rompió con todo eso, acabando con las viejas ideas y basándose firmemente en la experiencia de vivir. Eso es lo que la convierte en una filosofía tan poderosa y con la que se puede identificar en tiempos difíciles.

Esperamos que hayas disfrutado de este Blink, ¡nos vemos en el próximo!

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¿De qué trata En el café de los existencialistas?

En el café de los existencialistas (2016) relata el nacimiento del existencialismo a principios del siglo XX. A la vez biografía y texto filosófico, cuenta las historias de filósofos individuales, así como sus ideas. Sobre todo, explora cómo las grandes cuestiones filosóficas pueden iluminar nuestras vidas y la forma en que las vivimos.

¿Quién debería leer En el café de los existencialistas?

Filósofos que sienten que la filosofía ha perdido el contacto con la vida cotidiana.
Francófilos que buscan información sobre sus tesoros nacionales.
Observadores curiosos que quieren aprender a mirar más de cerca el mundo que les rodea.

Sobre el autor

Sarah Bakewell es una escritora de Bournemouth, Inglaterra. Pasó su infancia viajando y viviendo en Australia con sus padres, antes de regresar finalmente al Reino Unido. Allí estudió filosofía en la Universidad de Essex y trabajó como catalogadora y conservadora de libros impresos antiguos en la Biblioteca Wellcome de Londres para la Historia de la Medicina. Es autora de cuatro libros, entre ellos The Smart, The English Dane y How To Live: A Life of Montaigne.

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