Hábitos atómicos de James Clear, resumen del libro
En este resumen del popular libro Hábitos atómicos de James Clear te presentamos las ideas principales de este clásico best-seller.
Sinopsis
Hábitos atómicos (2018) ofrece un programa práctico y comprobado para crear buenos hábitos y deshacerse de los malos. Basándose en la investigación científica y en ejemplos de la vida real, muestra de qué manera los pequeños cambios pueden generar nuevos hábitos y ayudar a lograr grandes cosas.
¿A quién está dirigido?
A aquellas personas que desean desarrollar mejores hábitos o desprenderse de los malos
A personas que quieran entender por qué se comportan de cierta manera
A personas exitosas que ansían superarse aún más
Acerca del autor
James Clear es un autor y emprendedor que se enfoca en los hábitos y su capacidad para ayudar en el proceso de superación personal. En una publicación semanal que llega a cientos de miles de personas, Clear escribe sobre la ciencia de los hábitos y el comportamiento humano, comparte historias sobre su propia vida y sobre la vida de reconocidas personalidades del mundo de los negocios, los deportes, el arte y otros ámbitos.
¿Qué beneficios ofrece? Permite saber de qué manera los pequeños hábitos pueden tener un gran impacto en nuestra vida.
¿Qué cambio positivo les gustaría hacer en su vida? Tal vez quieran tener una alimentación más saludable. Quizás deseen leer más libros, aprender otro idioma o a tocar el clarinete. Cualquiera sea el cambio que les gustaría implementar, en realidad es más fácil decirlo que hacerlo y mantenerlo. El solo hecho de desear comer más ensaladas no significa que en verdad lo harán. Decir simplemente que leerán más libros no implica que elegirán La guerra y la paz en lugar de ver Netflix.
Pero es ahí donde entran en juego los hábitos.
En estos blinks, los introduciré en las ideas más importantes del best seller de James Clear titulado Hábitos atómicos.
Juntos vamos a descubrir que hacer grandes cambios en sus vidas no tiene que por qué implicar un gran trastorno. No es necesario revolucionarse el comportamiento ni reinventarse. Más bien pueden hacer pequeñas modificaciones en sus comportamientos que, cuando se repiten una y otra vez, se convierten en hábitos que pueden producir grandes resultados.
Los pequeños hábitos pueden tener un impacto sorprendentemente poderoso en sus vidas.
Para comenzar, quiero que se imaginen un avión que está por despegar de Los Ángeles. El destino del vuelo es la ciudad de Nueva York. El piloto ingresa toda la información correcta en la computadora del avión y despega hacia su destino en la dirección correcta. Pero ahora imaginen que, al poco tiempo de despegar, el piloto cambia ligeramente la ruta de vuelo por accidente. Solo la modificó en 3,5 grados, que es casi nada, apenas unos pocos metros. La nariz del avión vira levemente hacia un lado y nadie, ni el piloto ni los pasajeros, se da cuenta de nada.
Pero, durante el viaje a través de los Estados Unidos, el impacto de este ligero cambio sería considerable. Al final del viaje, los pasajeros confundidos
–y el piloto, incluso más confundido– se encontrarían aterrizando en Washington DC en lugar de la ciudad de Nueva York.
¿Por qué les estoy diciendo esto?
Porque, al igual que el confundido piloto, no solemos notar los pequeños cambios en nuestra vida. Los pequeños cambios dejan un ínfimo impacto inmediato. Si hoy están fuera de forma y salen a trotar durante 20 minutos, seguirán estando fuera de forma mañana. Si durante la cena comen una pizza tamaño extragrande, no van a aumentar de peso de la noche a la mañana.
Pero si repetimos estos pequeños hábitos día tras día, nuestras opciones se combinan para producir resultados significativos. Si comen pizza todos los días, es muy probable que aumenten mucho de peso luego de un año. Si salen a trotar durante 20 minutos todos los días, con el paso del tiempo conseguirán verse más delgados y tener un mejor estado físico, incluso cuando no noten el cambio.
Es probable que ya hayan captado la principal conclusión: los pequeños hábitos pueden tener un impacto muy poderoso en sus vidas, y no necesariamente verán este impacto ocurrir en tiempo real. Verán solo los resultados de sus hábitos luego de un tiempo.
Ahora bien, sabemos que no ver de inmediato el impacto de nuestros esfuerzos puede resultar desalentador. Si les sucede esto, es decir, si se sienten desanimados por la falta de cambios positivos inmediatos, deberían intentar enfocarse en su rumbo actual en lugar de los resultados actuales.
Digamos que tienen poco dinero en el banco. Pero están ahorrando un poco cada mes. Los resultados de hoy podrían no ser muy buenos: sus ahorros todavía siguen siendo bastante limitados. Pero pueden tener confianza en que el rumbo que siguen es el correcto. Sigan avanzando en esa misma dirección y en unos pocos meses o años notarán una mejora significativa. Cuando se deprimen por la falta de avance evidente, recuerden que están haciendo n las cosas correctas y están yendo en la dirección correcta.
Pero, ¿cómo emprender el rumbo correcto? Deben desarrollar hábitos. En el próximo blink, aprenderemos cómo generar esos hábitos.
Los hábitos son comportamientos automatizados que hemos aprendido a través de la experiencia.
Cuando entran a una habitación a oscuras, no piensan qué van a hacer a continuación; instintivamente lo primero es buscar el interruptor de luz en la pared. Llegar al interruptor de luz en la pared es un hábito, un comportamiento que han repetido tantas veces que ahora es automático.
Hábitos como estos dominan nuestras vidas, desde cepillarnos los dientes hasta conducir el automóvil. Son tremendamente poderosos.
Pero, ¿cómo se generan?
En el siglo XIX, un psicólogo llamado Edward Thorndike intentó responder esa pregunta. Primero, metió algunos gatos dentro de una caja negra. Luego, midió el tiempo que les llevó a los gatos escaparse. En principio, cuando se lo metió dentro de la caja, cada gato se comportó exactamente como podría esperarse. Buscó desesperadamente la forma de escapar. Olfateó y golpeó con sus patitas cada esquina de la caja; también rasguño las paredes. Finalmente, pudo encontrar una palanca que, cuando la presionaba, abría una puerta que le permitía salir.
Thorndike luego tomó a los gatos que habían logrado escaparse y repitió el experimento: los volvió a meter en la caja. ¿Y qué descubrió? Luego de meterlos en la caja varias veces, cada gato aprendió el truco. En lugar de moverse rápidamente de un lado para el otro, los gatos iban directamente a la palanca. Tras 20 o 30 intentos, los gatos podían escapar en apenas seis segundos.
En otras palabras, el proceso de salir de la caja se había convertido en habitual para los gatos.
Con su experimento, Thorndike había descubierto algo importante: los comportamientos que tienen consecuencias satisfactorias –en este caso, conseguir la libertad– tienden a repetirse hasta que se vuelven automáticos.
Hemos aprendido mucho sobre los hábitos en las décadas posteriores al experimento de Thorndike. Ahora sabemos que los hábitos se componen de cuatro elementos distintivos.
Primero, existe la señal, o un disparador que nos impulsa a actuar. Entrar en una habitación a oscuras los induce a realizar una acción que les permitirá ver. Luego vienen las ansias de un cambio de estado –en este caso, pasar de la oscuridad a la luz. Entonces ocurre la respuesta o acción: pulsar el interruptor de luz. El último paso del proceso, y objetivo final de todo hábito, es la recompensa. En este caso, es la sensación de leve alivio y la comodidad derivada de poder ver su entorno.
Cada hábito sigue el mismo proceso. ¿Toman café a la mañana? Levantarse es su señal, que dispara las ansias de sentirse alerta. Su respuesta es levantarse de la cama y prepararse una taza de café.
Su recompensa es sentirse muy despiertos y listos para enfrentar el mundo.
Ahora que tienen una idea de cómo funcionan los hábitos, veamos de qué manera pueden desarrollar buenos hábitos que cambien sus vidas para mejor.
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