La quietud es la clave de Ryan Holiday, resumen del libro
En este resumen del popular libro La quietud es la clave de Ryan Holiday te presentamos las ideas principales de este clásico best-seller.
Sinopsis
La quietud es la clave (2019) nos muestra la importancia de la quietud: la capacidad de pensar claramente, evitar distracciones, controlar los impulsos y hallar la felicidad. Basándose en la sabiduría de los filósofos más importantes de la historia y en los hábitos de destacados atletas, líderes y artistas, estos blinks muestran cómo, si logramos la quietud, podremos encontrar satisfacción y alcanzar el éxito en la vida.
¿A quién está dirigido?
- Personas agotadas que buscan escapar de las constantes distracciones de la vida moderna.
- Personas ocupadas que necesitan más equilibrio, calma y concentración.
- Personas que viven aceleradas y quieren bajar el ritmo.
Acerca del autor
Ryan Holiday es estratega de los medios de comunicación, autor con gran éxito de ventas y adepto a la filosofía estoica. Es el fundador de la agencia de marketing Brass Check, cuya lista de clientes incluye a Google. También creó el blog The Daily Stoic, que les ofrece a los lectores sabiduría para estos tiempos modernos basada en la filosofía estoica. Más de 2 millones de personas leyeron sus libros, entre los que se encuentran El obstáculo es el camino y El ego es el enemigo.
¿Qué beneficio ofrece? Aprendan a aprovechar el poder de la quietud.
¿Cuándo fue la última vez que hicieron una pausa? ¿Dejaron de lado sus dispositivos, ignoraron las notificaciones y se quedaron un momento en silencio? ¿Eligieron estar presentes, pensar y reflexionar?
En el mundo actual, tan ajetreado, ruidoso y sin pausa, es difícil estar quieto. Pero los mejores pensadores y líderes de la historia han reconocido que la quietud es un arma secreta. La quietud aporta momentos de gran claridad y creatividad, ayuda a dominar el temperamento, y genera el espacio necesario para apreciar y disfrutar lo placentero de la vida.
Estos blinks demuestran que la quietud no consiste en la inactividad. Se trata de momentos intensos que pueden cambiar la vida. Cualquiera puede aprender a estar en quietud, incluso mientras el mundo sigue girando a su alrededor.
Advertencia sobre el contenido: En el blink 6, se utiliza lenguaje fuerte.
En estos blinks, descubrirán lo siguiente:
- Cómo el jardinero de la Casa Blanca ayudó a salvar el mundo de la destrucción nuclear.
- Por qué la albañilería le permitió a Winston Churchill rendir al máximo.
- Qué nos puede enseñar Napoleón sobre la configuración de las notificaciones.
En un mundo ajetreado y ruidoso, la quietud es la clave para tener paz, claridad y felicidad.
Un día, en la Roma del siglo I d. C., el importante político y filósofo Lucio Anneo Séneca intentaba trabajar.
No era fácil. El ruido en el entorno de Séneca era implacable, desde los gruñidos de los atletas que dejaban caer las pesas en el gimnasio debajo de su habitación, hasta los ladridos de los perros y los gritos de los vendedores que llegaban desde la calle.
El entorno interior de Séneca era igualmente caótico. Sus finanzas estaban amenazadas, sus enemigos lo habían apartado de la vida política y estaba perdiendo el favor de su mecenas, el emperador Nerón. En definitiva, no era una situación propicia para hacer algo y, mucho menos, para dedicarse a algo productivo como la reflexión profunda, la creatividad y la toma de decisiones.
Es un problema con el cual muchos de nosotros nos enfrentamos en la actualidad. En nuestra época, todo es todavía más ruidoso. Al parloteo y bullicio del entorno de Séneca, podemos añadir las conversaciones ruidosas de los teléfonos móviles y los aviones que pasan por encima de nuestras cabezas. Estamos estresados por las bandejas de entrada desbordadas de correos y el flujo constante de notificaciones de las redes sociales.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Séneca pudo encontrar la paz en medio del ruido amparándose en la quietud.
El mensaje clave aquí es: En un mundo ajetreado y ruidoso, la quietud es la clave para tener paz, claridad y felicidad.
¿Qué es la quietud? Puede parecer algo abstracto, pero la conocerán cuando la experimenten. Si alguna vez pudieron concentrarse tan profundamente que vieron un destello de sabiduría, entonces, saben lo que es la quietud. Si alguna vez se pararon delante de un público para volcar meses de práctica en una presentación única y eficaz, eso es la quietud. Si alguna vez han observado la lenta salida del sol de la mañana y han sentido calor interior simplemente por estar vivos, seguramente sintieron la quietud.
En un estado de quietud, como dice el poeta Rainer Maria Rilke, nos sentimos plenos y completos. “Todo lo azaroso e impreciso enmudece”, escribe Rilke. Por eso Séneca podía “silenciar” su caótico entorno interior y exterior, y encontrar la serenidad necesaria para escribir incisivos y eficaces ensayos filosóficos que influyen hoy en día en millones de personas.
Séneca creía que, si las personas podían encontrar la paz en su interior, seguirían siendo capaces de pensar, trabajar y estar bien, aunque el mundo a su alrededor estuviera en guerra.
Séneca vivió hace miles de años, pero el poder de la quietud perdura. En todo el mundo, los filósofos y las religiones han adoptado la quietud y le han asignado múltiples nombres: Los budistas hablaban de upekkhā. Los musulmanes, de aslama. Los cristianos, de aequanimitas.
La quietud se puede encontrar en todo el mundo y a lo largo de la historia. En los siguientes blinks, veremos más detenidamente cómo conseguirla por nuestra cuenta.
Disminuir el ritmo y resistir a nuestros sentimientos viscerales puede hacernos superar las crisis más difíciles.
El 15 de octubre de 1962, John F. Kennedy se despertó en un mundo que había cambiado drásticamente.
Mientras él dormía, la CIA había identificado la construcción de varios misiles nucleares soviéticos en Cuba, a solo kilómetros de la costa estadounidense. De repente, su país era amenazado por la posibilidad de un ataque nuclear.
Fue un momento de tremenda presión para Kennedy, que sabía que, si la provocación soviética desencadenaba una guerra, probablemente morirían al menos 70 millones de personas en los ataques nucleares iniciales.
El consejo de sus asesores fue claro y completamente instintivo: A la agresión hay que responder con más agresión, por lo que había que destruir los emplazamientos de los misiles. El problema era que, si este enfoque fallaba, se desencadenaría una catastrófica guerra nuclear.
Los 13 días que siguieron se conocieron como la Crisis de los Misiles de Cuba.
Y, a pesar de todo lo que estaba en juego, Kennedy pudo soportar el inmenso peso sobre sus hombros. ¿Y cómo pudo pensar con claridad y superar la crisis con éxito?
El mensaje clave aquí es: Disminuir el ritmo y resistir a nuestros sentimientos viscerales puede hacernos superar las crisis más difíciles.
En primer lugar, Kennedy hizo una pausa. En vez de tomar una decisión apresurada, decidió reflexionar. Sus notas manuscritas de esa época son la prueba de una especie de proceso meditativo. En una página tras otra, escribió “Misil. Misil. Misil” o “Líderes. Líderes. Líderes”. En un bloc de notas, dibujó dos veleros que navegaban tranquilamente.
Como no tenía tiempo para salir a navegar, Kennedy decidió nadar en la piscina de la Casa Blanca para darse tiempo para pensar. También buscó la paz y la soledad en el Jardín de las Rosas. Más tarde, incluso le agradeció al jardinero residente por su ayuda para solucionar la crisis.
Finalmente, anunció el bloqueo de Cuba. Esto no resolvió la crisis porque no generó un resultado rápido, pero Kennedy quería asegurarse de que el presidente soviético, Nikita Kruschev, también tuviera tiempo y espacio para pensar.
Y Kruschev así lo hizo. Once días después de que se inició la crisis, el líder soviético le escribió a Kennedy. Si los líderes no demuestran tener la sabiduría de un estadista, escribió, chocarán entre sí y se aniquilarán mutuamente. Cuando la crisis terminó, comenzaron las negociaciones sobre el retiro de los misiles.
Kennedy había ayudado a evitar un cataclismo global. No lo hizo a través de una demostración de fuerzas o de una amenaza de agresión, sino buscando tiempo y espacio (la tranquilidad necesaria) para pensar en sus opciones y elegir el camino más sensato.
Estén presentes y limiten las intervenciones en su vida.
En 2010, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la artista Marina Abramović convirtió la quietud en una proeza de resistencia. Durante 750 horas a lo largo de 79 días, permaneció sentada, quieta y en silencio, y plenamente presente en todo momento. Compartió su quietud con los más de 1500 desconocidos que pasaron a visitarla.
Hora tras hora, día tras día, entraban personas al museo. Y, en cada oportunidad, ella se tomaba un momento para mirar hacia abajo, se serenaba y luego miraba a su nuevo visitante. Sabía que la persona que tenía enfrente se daría cuenta al instante si ella empezaba a soñar despierta o mostraba cansancio o aburrimiento, así que se concentraba únicamente en el momento presente.
El mensaje clave aquí es: Estén presentes y limiten las intervenciones en su vida.
A los visitantes que se sentaron frente a Abramović la experiencia les resultó muy emocionante. Algunos incluso lloraron porque es muy rara la sensación de estar ante otra persona tan plena y completamente presente.
Esto se debe a que, hoy en día, la mayoría de las veces intentamos escapar del momento. En lugar de disfrutar simplemente de una hermosa puesta de sol, le sacamos una foto. O, si alguna vez tenemos una tarde tranquila en casa, nuestra mente recorre listas de cosas pendientes por hacer. Mientras hacemos la fila para ver a Marina Abramović, revisamos nuestros teléfonos celulares.
No es extraño que nos cueste estar presentes, ya que nos bombardean continuamente con información. Sentimos una necesidad urgente de estar al tanto de todo lo que pasa, de leer cada correo electrónico, consultar las noticias varias veces al día y visualizar en tiempo real las novedades sobre las vidas de nuestros amigos en las redes sociales.
En cambio, lo que deberíamos hacer es tomar una lección de vida de Napoleón. El gran general retrasaba deliberadamente la respuesta a la correspondencia que recibía. Le indicó a su secretario que esperara tres semanas completas antes de abrir cualquier carta. Cuando por fin se enteraba de lo que le habían escrito, Napoleón disfrutaba observando cómo muchas veces el asunto supuestamente urgente se había solucionado por sí solo.
Esto no quiere decir que Napoleón fuera negligente. Para nada. Pero tenía la sabiduría de seleccionar y limitar sus intervenciones. A sus mensajeros les dijo que nunca lo despertaran con buenas noticias si estaba durmiendo. Eso podía esperar. Pero las malas noticias exigían que lo despertaran de inmediato. Porque entonces, decía Napoleón, no hay tiempo que perder.
Hay que tener un poco de disciplina. Utilicen la función de “No molestar” para bloquear las llamadas. Desvíen los correos electrónicos a subcarpetas. Dejen de estar en contacto con personas tóxicas que solo les traen problemas innecesarios a su vida. Adopten una perspectiva más filosófica y a largo plazo, en lugar de seguir los acontecimientos del mundo segundo a segundo.
Silencien las interminables intervenciones, el ruido del mundo, y encontrarán la quietud.
Escribir en un diario puede ayudarnos a reflexionar profundamente sobre nuestra vida y a pensar con claridad.
El 12 de junio de 1942, Ana Frank escribió en su diario por primera vez. Esperaba poder confiarle todo al diario, escribió, y que se convirtiera en una fuente de consuelo para ella. Apenas 24 horas después, la familia de Ana se vio obligada a esconderse de los nazis.
Ana continuó escribiendo en su diario, un hábito que le permitió adquirir valiosos conocimientos, incluso en las terribles circunstancias en las que se encontraban ella y su familia. Descubrió que escribir puede ser una forma de observarnos a nosotros mismos como si fuéramos extraños, para adquirir una nueva perspectiva de nuestras acciones. Qué noble serían todas las personas, escribió una vez, si al final del día revisaran su comportamiento. Seguramente todos intentaríamos hacer mejor las cosas al día siguiente.
El mensaje clave aquí es: Escribir en un diario puede ayudarnos a reflexionar profundamente sobre nuestra vida y a pensar con claridad.
Sin embargo, Ana Frank no fue la primera en darse cuenta de esto. Nuestro amigo filósofo estoico Séneca, por ejemplo, escribía en su diario todas las noches. No escatimaba en detalles ni evitaba enfrentar ninguna cruda verdad. Según decía, después dormía profundamente.
La historia está llena de otros personajes notables que llevaban un diario, como Oscar Wilde, la reina Victoria, la campeona de tenis Martina Navratilova y la estrella del béisbol Shawn Green. Y esto no nos sorprende: hay pruebas contundentes de que llevar un diario mejora nuestro bienestar.
Los estudios han demostrado que escribir en un diario ayuda a recuperar el bienestar luego de un evento traumático. Un estudio de la Universidad de Arizona reveló que las personas divorciadas pueden seguir adelante con mayor facilidad si anotan sus experiencias en un diario.
Así que, para cortar con el ruido de la vida diaria y centrarse en las reflexiones más importantes del día, prueben tomando un lápiz y un papel. Y, cuando lo hagan, sigan el ejemplo de Séneca y asegúrense de encarar las preguntas difíciles que les surjan. Por ejemplo: ¿Por qué me puse tan nervioso hoy? ¿Por qué me preocupa impresionar a mis compañeros de trabajo? ¿De qué manera los problemas de hoy revelan mi carácter? Si se enfrentan a estas preguntas en forma honesta y reflexiva, se asegurarán de sacar el máximo partido del diario.
¿Cuál es la mejor manera de empezar? En realidad, el cómo, el cuándo y el dónde no son tan importantes. Lo que realmente importa es generar un momento de tranquilidad para desahogarse. Encontrar la calma a través de la escritura y la reflexión.
Escriban en el diario por la noche, por la mañana o durante 5 minutos mientras van sentados en el tren. Siempre que puedan, en realidad. Puede que ese sea el momento más importante de todo el día.
Cultivar el silencio los ayudará a escuchar de verdad.
La vida es ruidosa. Los teléfonos y las notificaciones suenan, y muchos de nosotros usamos auriculares a diario, para bloquear el ruido no deseado con un nuevo ruido.
El mensaje clave aquí es: Cultivar el silencio los ayudará a escuchar de verdad.
Sentados en un avión sin ningún lugar adónde ir, podemos ver lo mucho que confiamos en el “ruido” para evitar el silencio. Miramos películas terribles o escuchamos podcasts en lugar de sentarnos en silencio y contemplar nuestros propios pensamientos. Pero, ¿por qué entregamos nuestra mente al ruido que nos distrae cuando, en cambio, podríamos aprovechar los grandes beneficios que nos ofrece el silencio?
Esto es algo que el compositor de música experimental John Cage comprendió plenamente. A Cage siempre le fascinó el silencio. En 1928, durante un concurso de oratoria en la escuela secundaria, llegó a argumentar que, en los Estados Unidos, debería establecerse el día nacional del silencio. Fue el comienzo de una vida dedicada a explorar el verdadero significado del silencio.
La creación más famosa de Cage, titulada 4’33, es una composición con un giro diferente: es un tramo de 4 minutos y 33 segundos de silencio ininterrumpido.
Durante la primera interpretación de la pieza por parte de un pianista, el público se sentó a escuchar el silencio. Durante el primer movimiento de la pieza, podían oír el viento que soplaba fuera de la sala. Durante el segundo, las gotas de lluvia que golpeaban en el techo.
Luego de su presentación, Cage señaló algo importante. El silencio, dijo, no existe realmente. Lo que consideramos silencio no lo es en realidad, porque está lleno de sonidos accidentales. Al darle a la gente silencio, Cage los ayudaba a empezar a escuchar de verdad.
Hay una lección para todos aquellos cuyas vidas son demasiado ruidosas. El silencio, o la ausencia de ruido, puede ayudarnos a volver a centrarnos y encontrar la claridad. Para encontrar la quietud.
El experto en liderazgo Randall Stutman, que trabaja con directores generales y líderes de Wall Street, estudió una vez cómo se recargan las pilas estas personalidades del mundo de los negocios durante su tiempo libre. Descubrió que la clave estaba en pasar tiempo en entornos con ruido mínimo, disfrutando de actividades como el ciclismo de larga distancia, la natación o el buceo. En dichos entornos, estos líderes recargaban las energías escapándose de las voces que embarullaban sus vidas laborales.
Reducir el ruido de esta manera nos ayuda a descubrir una conexión más profunda con aquello que nos rodea. Eso podría incluir la simple conciencia de la lluvia sobre el techo mientras un pianista se sienta en silencio frente al piano. O también podría implicar la respuesta a sus problemas empresariales, que aparecen en la cabeza durante su vigésimo kilómetro pedaleando en bicicleta.
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